Modelo Z de Altman
Piénsalo como tener acceso a una herramienta mágica que te susurra las probabilidades de que una empresa caiga en bancarrota en los próximos dos años. Claro, dejando de lado la magia, tenemos el Modelo Zeta, una creación del profesor Edward I. Altman de la Universidad de Nueva York allá por 1968. Este modelo matemático produce un número, el famoso Z-score o puntaje zeta, que se ha ganado una reputación por ser un predictor sorprendentemente preciso sobre los futuros financieros tormentosos.
Altman se inspiró en los trabajos previos de William H. Beaver y otros pioneros, quienes desde los años 30 ya jugueteaban con la idea de que ciertas proporciones financieras podían tener el poder de prever problemas económicos serios.
Entonces, ¿cómo funciona la magia?
La receta para cocinar un Z-score se ve más o menos así:
ζ = 1,2*A + 1,4*B + 3,3*C + 0,6*D + 1,0*E
Donde cada letra representa:
- ζ, tu número de la suerte (o no tan suerte), es decir el índice Z
- A es lo que tienes de capital de trabajo respecto a tus activos totales
- B, tus ganancias retenidas sobre el total de activos
- C, lo que ganas antes de pagar intereses e impuestos, también comparado con los activos totales
- D es cómo se ve tu capital contable en el mercado frente a las deudas que cargas
- E, tus ventas en relación con todos esos activos que tienes
Más allá de la fórmula tradicional, hay variaciones del Z-score adaptadas para industrias específicas o etapas particulares en la vida de una empresa.
¿Y cómo se usa este superpoder?
Un puntaje bajito aumenta las alarmas de una posible bancarrota. Si tu z-score es menor a 1.8, mejor que la empresa se ponga el chaleco salvavidas porque el agua se ve turbia. Un puntaje mayor a 3.0 es como tener el cielo despejado. Y si estás navegando entre 1.8 y 3.0, estás en aguas misteriosas; podría ir en cualquier dirección.
¿Sirve el Modelo Zeta?
Al ponerlo a prueba, el modelo de Altman mostró una precisión del 72% para avistar bancarrotas con dos años de antelación, y apenas un 6% de chances de sonar la alarma sin razón. En estudios más recientes, hasta 1999, su precisión se disparó a entre un 80% y un 90% para predicciones hechas un año antes de la tormenta, aunque con un margen de error en falsos negativos de un 15%-20%.