El dolor de las pérdidas
El mundo se divide entre dos tipos de personas: las que odian perder plata y las que todavía no se dan cuenta que odian las pérdidas. En general se observa que las personas reaccionamos distinto a las pérdidas que a las ganancias. Y de hecho es tan así que la mayoría de las decisiones con incertidumbre, como lo es invertir, las calificamos de acuerdo a si ganamos o perdemos plata.
Para los que tuvimos formación en economía este comportamiento va en directa contradicción con lo que nos enseñaron en los cursos iniciales de economía. Está claro que la felicidad no es solo dinero, pero suponiendo que todo lo demás está bien, según la teoría clásica económica la “felicidad” que nos provoca el dinero, crece mientras más dinero tenemos, pero cada peso extra, nos provoca un poco menos de felicidad que el anterior. Gráficamente:
Es decir, si uno tiene $1.000 la “felicidad” que nos provoca ganar otros $1.000 es menor que la que nos dio los primeros. ¿Te ha pasado? Bueno, según lo que plantea esta teoría, la “felicidad” se mide en términos absolutos, es decir asumiendo que lo que nos importa es cuánto dinero tenemos en total. Sin embargo, en la realidad en ese ejemplo es probable que perder los segundos $1.000 nos duela más que lo nos puso felices nuestros primeros $1.000.
La aversión a las pérdidas, gracias a Kahneman
A fines de los años 1970, los psicólogos Daniel Kahneman y Amos Tversky, , se dieron cuenta de este fenómeno y desarrollaron la teoría prospectiva de la toma de decisiones, que echa por tierra la teoría clásica. Fue tan revolucionaria esta hipótesis que Kahneman ganó el nobel de economía en 2002.
La teoría prospectiva se basa en el principio de que las personas medimos nuestras decisiones de acuerdo a si ganamos o no. Es decir, no nos interesa tanto cuanto contribuye un monto determinado a nuestra riqueza total, sino como la cambia, lo que explica nuestra aversión a las pérdidas. Gráficamente:
Esto tiene consecuencias importantes para el mundo de las inversiones. Supongamos que tienes inversiones en dos acciones, con las siguientes características:
Acción | Precio de compra | Acciones Compradas | Inversión realizada | Precio actual | Inversión actual | Utilidad/ Pérdida |
ACME | $ 100 | 1.000 | $ 1.000.000 | 270 | $ 1.170.000 | $ 170.000 |
Oceanic Arilines | $ 250 | 4.000 | $ 1.000.000 | 80 | $ 320.000 | $ – 680.000 |
Ahora supongamos que necesitas $100.000 para comprar algo, y para eso necesitas liquidar parte de tus inversiones. Lo más probable es que te veas más inclinado a vender la acción en que estás ganando (ACME) que en la que estás perdiendo. Esto es porque al vender estás haciendo efectiva la pérdida o la ganancia. Tu cabeza te dice que no conviene vender lo que está perdiendo ya que «podría subir».
Sin embargo al mercado le da exactamente lo mismo al precio que compraste, nada indica que mirando hacia delante a las acciones en las que has perdido dinero le vaya a ir mejor que en las que perdiste, eso es un tema que habita solo en tu cabeza. Un estudio de la Universidad de California – Davies demuestra que este fenómeno no sólo te pasa a ti, sino que es bien común, y resulta en rentabilidades sumamente negativas,